martes, 6 de diciembre de 2016

Alejandro Carrizo

34 me gustan los sábados de feria en la tarde busco a jorge teiller y vamos a mirar manos ( a alimentarnos de esa ternura olor a comino y rumor a sexo escondido entre las papas milenarias y la soberbia de los pimientos y el ají morado( manos que descuidadas suben al cielo negro del pelo y cuelgan un pendón detrás de la oreja para que aparezca la niña tímida de una sonrisa en el aspejo selvático de las acelgas ( qué largo es este verso me digo( jorge teiller levanta una ceja y me cuenta de cantinas enfermas de sombras en la araucania bruma ( hay otro sabor más exquisito? pienso y a coro vociferamos agua de luz volcada en la copa del silencio cuando llegamos a las aromáticas es como ver las enaguas en las piernas del deseo luego volvemos despacio hacia el puente en fin, días así de dar de comer a la poesía Alejandro Carrizo (1959, Ledesma, Provincia de Jujuy, Argentina) De: "Tocata y fuga", Cuadernos del Duende. 2010

LAS COSAS Y EL DELIRIO: ALEJANDRA PIZARNIK

LAS COSAS Y EL DELIRIO: ALEJANDRA PIZARNIK: SOUS LA NUIT Los ausentes soplan grismente y la noche es densa. La noche tiene el color de los párpados del muerto. Huyo tod...

Pensamientos,reflexiones que son poesía, la vida misma

Hugo Toscadaray 4 de diciembre a las 13:55 ·
Me radiqué en San Luis en el 2002 contratado por la Universidad Nacional y disfruté aquel trabajo, como disfruté cada "huida" hacia el valle del río Conlara y al valle del Río Grande, del mismo modo que gocé de la amistad de tanta gente hermosa. En el 2007 decidí volver a Buenos Aires porque extrañaba gente y lugares sin los que sentía que no era yo. La vieja sensación de ser un forastero en todas partes. El caso es que al regresar a Buenos Aires encontré que muchas de las cosas que extrañaba en la distancia ya no estaban. Había quienes tenían la misma impresión de pérdida, otros (quizá, los más) eran indiferentes. Una tarde-noche, parado en la esquina de Callao y Corrientes, alcé los ojos al cielo (en una reminiscencia de la educación católica, seguramente) y me pregunté: ¿Cuántos países hay en este país? No sólo no hallé respuesta sino que ese interrogante -con el paso del tiempo- se me fue haciendo cada vez más alto y ancho. Probablemente no habrá en el camino una certeza y al contrario, esta incertidumbre seguirá brillando en la oscuridad con la intensidad de un diamante en la pupila.