sábado, 25 de julio de 2020

LITERATURA ARGENTINA : PATRICIA LEMOS-TUCUMÁN

Patricia Lemos: 
                           profesora en Letras, egresada de la Universidad Nacional de Tucumán, dueña de un estilo personal en su escritura, lectora insaciable, observadora indiscutible de lo bello y la fantasía, humana en su sentir, amiga. 
      Acudo a sus lecturas luego de un casi reciente reencuentro antes de estos tiempos de pandemia, el asombro ante lo bello y el espanto. He tomado " prestados" dos de los textos que comparte en las redes y le agradezco ambos motivos, el reencuentro y la escritura, los rastros que recorrimos en algún trecho de la vida y lo que la vida hizo con el resto. La voz que pone a este tiempo de cuarentena, el adiós a seres que se aman y sólo se despide en un instante, lo permitido, lo prohibido. 


                           

Patricia Lemos

"Similancia"
. ¡Tú no existes, palabra! Mas yo, antojadiza, irrefrenable, te invento, te traigo, te doto de vida, omnipotente la mano te traza, y aquí estás. Oponte, cabréate, rebélate, pero soy quien te revela y te regala el don maldito de la lumbre. (Es otoño y hemos de conformarnos con lumbre. La luz plena anda por ahí, de letargo). Y hay similancia entre los suelos, el cielo, las copas, el herrumbre y las almas. Con pies mojados he atravesado la vereda y su cobalto helado, la he acariciado en volanta de gorrión y de rayuela. No osé pisar ni una sola de las hojas ni los pétalos que la "Pata de cabra" sacudió, poblando baldosas y un par de silencios púrpura, apostados en la llovizna. ¡Qué más da todo, si hay huellas con fragancia de calvario, de lienzo, de sangre y de ceniza!
Fotografía: Patricia Lemo

Esta mañana salí. Fui a dar el adiós último a alguien que quise y que ahora ya no sufre. De regreso y atravesando mi camino cotidiano, la plaza Belgrano en diagonal, no sé si era otovera o primatoño, porque había trinos, sol y cuatro palomas feudatarias de un charco grande de agua clara, que se bañaban en la ochava de Alberdi y Lavalle, encrespadas, descaradas, con una confianza cuasi humana, en lo desolado de la ciudad, con escasas huellas, pasos, gente. Luego, el palo borracho de la plaza, al que le arrancaron sus gruesas espinas desde el piso hasta como un metro y medio, me mostró incipientes y muchas nuevas espinas verdes, naciendo libres del daño humano. Periplo de la sala velatoria Flores (que solo cumple con traslado al cementerio, porque no hace servicios. Hubo que despedir al ser amado sobre el asfalto de Pasaje Padilla, dentro del auto que lo llevó al cementerio, donde solo dejaron a cinco personas estar en el atroz instante) hasta casa, mi casa. ¿Qué más percibió este espíritu nuevo, por fuerza nuevo, extraño y extrañado de realidad rara? Mucho. Hileras de hormigas que no eran aniquiladas. Me detuve a mirarlas en su derrotero irremediable, cargadas de florecitas y otras vituallas, condicionadas a su rol y naturaleza. Me dije unas cuantas cosas. Morigeré el paso. Creo que pude sonreír un poco. El abrazo de la soledad. La esquina vallada. Los policías con sus máscaras. Su buen día susurrado desde el otro lado de la fiselina. Su molicie. Mis pasos perdidos a lo Carpentier. Días que nunca pensé vivir. Muertes que nunca imaginé despedir sin el rito que tenemos encarnado. Un Tucumán silencioso, grave; mi barrio lleno de gorjeos de pájaros que son, tan simplemente son. Y nosotros, los bípedos espirituales, los que alguien denominó humanos para siempre (¿para siempre?). Vaya a saber qué implica este adverbio poderoso y grandilocuente. Extrañeza. Afectos. Adioses. Hormigas, pajaritos y columbas bañando su libertad en un charco. Aquí vamos, hacia otros días. ¿Qué seremos entonces?- día de despedida a su tía Ilda T. de Fernández, 1/6/2020-                                                                               Patricia Lemos 

Entonces le pido a Patricia Lemos que elija uno de sus textos, ella, agradecida, gustosa luego me ofrece éstos. que también comparte en la red de Facebook, generosamente:
"Calafate" $80,decía un letrerito en la jaula. Los tres eran blancos,muy blancos,con el pico rojizo.Por lo demás,nada que no sean rasgos de pájaro.Uno se poso en el palito de la jaula,otro,el segundo,picaba el alpiste que había en un recipiente de plástico,y el tercero,ese si que "hablaba",con un par de ojos negros de pájaro triste,fijos,ausentes,que contrastaban mas aun con la luz insoportáblemente artificial y fluorescente de la tienda de mascotas. Parecía enfermo,o vencido.Cuando le dije a la vendedora que el pajarito no se veía bien, me dijo que era raro, porque nacen en cautiverio y se procrean para ser comprados y vendidos.Tome entonces una decisión repentina y lo libere,abrí la pequeña puertita de la celda,lo apichone en mi mano y busque una arboleda.Y el calafate,blanco,tibio,allá fue...Una mancha contra el cielo de día,un "ala delta" de juguete contento,loco de contento.Mucho sol me hacia perderlo de vista por momentos,hasta que recuperaba su fiesta y su vuelo y volvía a enfocarlo fundido con las hojas.No se si fue el o un chalchalero con plumas café,pero hubo un trino largo y fuerte que me hizo entrecerrar los ojos de contento.Cuando los abrí,vi una jaula,en una tienda de mascotas,unas luces artificiales,fluorescentes,con tres calafates blancos allí dentro.Dos,resignados,mantenían el instinto de comer y beber,el otro,el tercero,dormía quieto en el piso de la celda,o tal vez,aun no había regresado de la arboleda a la que hacia unos minutos yo lo había echado a volar. Ahora quedaban nada mas que $160 en la jaula.
Patricia Lemos

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La noche ha venido cansada, viscosa, lenta.
Me ha caído en la cabeza como un saco de barro. La noche es una cabeza babeante. ahaoy no escupe estrellas como cuando habla. Está callada. Está pensando en vomitar una ironía para asestarme en la cara.-Tapate los ojos- me dice apenas, con voz de negra. Le hablan las entrañas. La miro con rabillo aterido de asco y de miedo. Ella ríe con los dientes rotos, dientes sin luna. Se lame los flancos de su maldito silencio. La idiota respira con ínfulas de áspid iluso...shh...quiere engatusarme: pretensiones de hipnósis. Le planto cara, mi cara sin sangre pero encendida. Cimbreante de sombras, la noche repta por un tramo de sábana húmeda, sopla, se le doblan los párpados dolientes, se reclina junto a mí, se muere. Lenta se muere. La venzo. La doblego. La echo. La desprecio. Ha hurgado en todos mis bolsillos. Infructuosa. Dedos de osario. Inútiles para aferrar la esperanza.
Patricia Lemos


Estas siestas julianas color café. Isla habitada por los poemas, las palabras y el papel. El silencio son las palmeras de Martí, altas, muy altas. No las vemos, pero está su arrullo, las romas cimitarras de su follaje. Y miramos a la vida, que es mirar al mar.- escribe Patricia Lemos acompañando esta fotografía -                          ¡  Gracias por compartir tus textos Patricia Lemos !