jueves, 12 de diciembre de 2024

POESÍA- ARTE-MUJERES ARGENTINAS: NATALIA TROUVÉ- TUCUMÁN- ARGENTINA

          

      

         Natalia Trouvé:  
      

     
           

                           nacida  en  Tucumán- Argentina, esta  creadora  es diseñadora gráfica y textil, ilustradora, cantante, letrista y compositora. Incursionó en la escritura a edad temprana realizando relatos cortos y poemas. Fue seleccionada para formar parte de la 1° Antología Literaria Escritos de Mujeres, de la Sec. de Estado de la Mujer en Tucumán, Gobierno de Tucumán, y obtuvo una Mención en el 1° Concurso de Cuento Corto Mayo de las Letras 2021 con su obra “Broches en el Pelo",  que forma parte del libro “18 cuentos cortos para disfrutarEdiciones Ente Cultural Tucumán; el Segundo Premio en el “1° Concurso de Poesía Tafí Viejo Ediciones 2022” con suformando parte del libro digital “Tucumán es metáfora” y el Segundo Premio en el Concurso de Poesía Dora Fornaciari 2024, de Tafí Viejo, con su libro de poesía “Matria”. El mismo fue seleccionado por el Fondo Editorial Aconquija del Ente Cultural Tucumán como uno de los títulos para ser publicados en el año 2025.


Natalia Trouvé

        Participó en diversos eventos poético musicales y encuentros de escritores y poetas. Como compositora de canciones de raíz folklórica obtuvo con “Siembra” una Mención de Honor en el “Certamen Canción Inédita Limón de Oro” organizado por la Municipalidad de Tafí Viejo con motivo del 50º Aniversario Festival Nacional del Limón

      En el año 2021 obtuvo una Beca Creación del Fondo Nacional de las Artes para terminar de componer y grabar su música, resultando en un trabajo discográfico de 10 canciones llamado “Nido”. Este trabajo discográfico ganó posteriormente un subsidio del Instituto Nacional de la Música y una de sus composiciones forma parte del cancionero folklórico de Compositoras Mujeres del NOA y obtuvo el premio Mercedes Sosa 2024 por Mejor Diseño de Portada. 


             Decir que se trata de  una  escritora, cantante, artista mujer  que tuvo  reconocidos  logros durante años anteriores y éste 2024, es  sólo corroborar  el  talento de Naty Trouvé, 

disfrutar de su amistad, agregar  que  es  una madre, trabajadora y  luchadora por los derechos de la mujer. Es fundamental la presencia  de  su  compañero de vida  Daniel Albarracín, 

músico, compositor  y  docente, integrando ambos  el dúo Touvé Albarracín  ig :@truvealbarracin, ampliamente  reconocido por el público el talento y carisma del mismo.


         






Dúo Trouvé- Albarracín


 




    TEXTOS  DE  NATALIA TROUVÉ :


               H2O

Cada mañana, antes del desayuno, lo salpicaba con agua bendita para quitarle lo gay.

Guardaba la botellita santa que libraría a su hijo de todo mal en el secreter de su

placard, bajo llave, no vaya a ser que alguien se la tome por alguna clase de

equivocación, o (Dios nos libre) a propósito. La había elegido un día que se levantó

inspirada; con un embudo le sacó toda la colonia que luego metió como pudo en un

descartable de plástico; a duras penas le quitó la etiqueta raspándola con el

Tramontina y, antes de llevarla a la parroquia, la lavó bien por dentro y por fuera con

detergente y Cif diluído. La llenó con el agua de la canilla, directo nomás, total el curita

le haría el milagro.

La guardó en la cartera, y salió.

Luciano, niño ojos de agua mansa, por donde andaba resplandecía o se volvía de

azúcar.

Se enamoró de Bruno una mañana en la escuela, no estaba seguro si por el tierno

remolino que se le armaba rebelde en el jopo o por sus manos finas de nácar. Tenía

linda letra.

Le miró la nuca por segunda vez.

Le burbujeó el estómago.

Escribió:

Amaneciendo

la lluvia se desliza

Exhalo tu luz.

Regresó a su casa a contar sobre la buena nueva, la ebullición, el remolino, el racimo

de mariposas; pero no hubo serpentinas, ni abrazos, ni banderines de colores. Le

dieron una cucharada de Novalgina, por si acaso, le tomaron la temperatura, le

revisaron la lengua, le preguntaron si había ido bien de vientre, y lo enviaron derechito

a su cuarto con la noble tarea de leer varios capítulos y versículos seguidos del libro

sagrado.

La sonrisa la guardó en la penúltima hoja del cuaderno de lengua, envuelta en un

corazón, tan fino como esos dedos.


Su madre volvió feliz con todas las indicaciones. Diez padrenuestros, diez avemarías y

un gloria cada noche por siete meses.

Se tomó sus pastillas que la ayudaban a pasar el semestre triste de la manera más

feliz. Había que esperar.

 

En el tiempo alegre inflaba globos, se colgaba plumas exóticas en el pelo, lucía sus

mejores perlas, giraba con los brazos abiertos y le ponía dulce de leche al puré.

Jugaba a las picadas con el carrito entre las góndolas del súper.

Se pintaba círculos rojos en los cachetes.

Cantaba a grito pelado en cualquier calle.

Y así transcurría, brillantina o contrabajo.

Cómo podía el amor, el hijo.

Por las noches rezaba:

Curar al pepé

Conservar su alma clara

Que vaya al cielo

Amén.

Luciano cerró el cuaderno, abrió la puerta y salió.

Se estiró cuánto pudo en el jardín delantero.

Inspiró.

Comenzó a mover primero las muñecas, luego el codo. Sus hombros trazaron círculos

y ya en el oleaje tuvo que ondular el cuello, acompañar con la cabeza, la lengua. Abrió

sus pliegues y dejó surgir el sonido. Era un delfín. Salpicaba con las cejas, el pelo.

Pintaba nubes con el torso. Como un demiurgo inventaba: atrapasoles, ventilamar,

caricorpo, poliluz, brincaverso, liberpaz. Brunaire.

Respiraba, se inflaba, estallaba.

Allegro, twist, adagio, cambré, relevé.

Soltaba sílabas y formas al aire.

Intuía pasos, arcos. Saltaba.

Por su cintura goteaba.

Por sus piernas se derramaba o transformaba.

Fue cascada. 

Granizo y nieve.

Hidrato.

Cubito.

Sal.

Nácar.

Amor.

Vapor.

Sus talones soltaron el suelo, empezó a flotar. Su cuerpo ligero cada vez más alto, más

y más alto en el azul.

Infinitos haces lo atravesaban. 

 

Desde abajo parecía un protón, una partícula sideral, un rayosol. 

La madre escuchó el revuelo que había en la puerta de su casa, se puso las pantuflas

calentitas de lobo siberiano que compró frente al ex mercado del Norte, salió y lo vio.

Parecía un ángel.

Abrió grande los ojos, la garganta se le cerró.

Se persignó tres veces.

En punta de pies su alma.

Estiró sus brazos y lloró.

Era una señal divina.

Luciano le estampó en el aire con las manos así, un beso alado. Libre...

 

Alguien le acercó el frasco de colonia, para volverla en sí.

Desenroscó la tapa con cuidado, limpió con el puño el borde, y se lo tomó.

De un solo trago.

           Natalia Trouvé 



 

 PLEGARIA

 

Te vas lejos

Y no se como encontrarte

Dibujo en mi almohada

El boceto de tus ojos.

Y no hay nada que me traiga

El sabor de tu sonrisa en mi corazón.

Te encuentro en la bruma

Y el aroma de los tarcos

Prendí una velita 

para acunar la nostalgia.

Y no hay plural que nos nombre

Ni barquito de papel que te traiga hasta aquí.

Vuelve, vuelve,

como vuelven las florcitas del lapacho 

vuelve, vuelve

como vuelve este Febrero que te trajo

Vuelve, vuelve,

como el sol, como la lluvia y los naranjos

Vuelve vuelve...

Te busco entre las rendijas

O anidando en la plegaria que el tiempo tejió.

El mundo camina

Pero el pájaro no canta

Hice un ovillito 

de colores con tu nombre.

Sigo el rastro de tu ausencia

marco cruces en el mapa que tiene tu olor.

Te vas siento

 

Que el mañana se derrama

En una botella

Guardaré todas tus voces.

Y la forma de tus manos

Caminando por mi pelo 

y tus pies en mis pies. 

Vuelve, vuelve,

como vuelven las florcitas del lapacho 

vuelve, vuelve

como vuelve este Febrero que te trajo

Vuelve, vuelve,

como el sol, como la lluvia y los naranjos

Vuelve vuelve...

Te busco entre las rendijas

O anidando en la plegaria que el tiempo tejió.

La tarde cae

tu recuerdo sigue intacto

aguardo en el aire

las señales de tu mundo

te regalo un par de alas

Y no hay nada más que hacer que esperarte otra vez.

               Natalia Trouvé 

 

 

 

 

Siembra

(Chacarera Doble)


La Genoveva alzaba

Su voz al viento

Y el azul de sus ojos

Flameaba lejos

Buscando en la mañana

Algún sendero.

De sus manos brotaban

Los alimentos

Limón, albahaca y menta

Jugo del cerro

Surcando por sus venas

Como un lamento.

La curva de su espalda 

Agrio silencio

Tal vez era la misma

de un cosechero

Encorvando tristezas

Y ni un derecho

Abuela de la tierra

Tu siembra clama

 

La Yunga te ha parido

Iluminada

Tu puño se levanta

Desde mi caja.

Recitado:

Atravesando los mares

Llegó tu estirpe guerrera

Refugiando en alimentos

La cultura de su tierra

Entremezclando saberes

Habitando los hogares

Cítrico sabor a burgol

En tu mesa cobijaste.

 

De tus brazos surgen cántaros

Danza del vientre, descalza

Sobre tu curva sagrada

Fue mi niñez albergada

Madre de las mil luchas

Tus rodillas lastimadas

Desgajaron los caminos

Que transitan mis hermanas. 


    Recorro tu arboleda

La verde greda

Que sembraste en mi canto

Sin darte cuenta

Cuidando cada brote

Agüita fresca.

Camino pedregoso

Fue tu destino 

Mujer patria sagrada

Abrir los míos

Reverdece tu lucha

Si yo te miro.

Azahares de nostalgia

Trenzan mi pelo

Si acaso te recuerdo

Bajo este cielo

Se mecen mis caderas

Linaje eterno.

Abuela de la tierra

Tu siembra clama

La Yunga te ha parido

Iluminada

Tu puño se levanta

Desde mi caja.

Natalia Trouvé

 

 

 

   Lumbre

Un suave chispazo de pluma flotando

un brindis derramado de aguacero

el amanecer trinando pájaros a cántaros

una fruta mordida, una luciérnaga.

Un pedacito de ala cobijadora

una boca de palabras besadas

un sinfín de sauces y calandrias.

Una palma desnuda por donde caminar.

Un cielo

     un silencio

          una puerta despejada.

 

Todos merecemos el buenamor.

 

Recostarnos y ser savia, raíz, tierra fértil,

abrir los brazos y llenarse de nube los párpados

latir entre el follaje, volverse violeta, ser flor de lapacho

embarrarse de vida.

Carcajearnos la espalda con dientes de león

y oler cada trébol que brote de sus ojos.

 

Suertudo.

La tardenoche te sopla sus secretos.

Te nace el sol desde tus plantas.

Respiras la paz.

 

Todos merecemos despertar.

 

Brilla un telar de miles de gotitas como seres

piel con piel, atravesados de espejos

tocándonos los abismos y los océanos

¿Será que podremos ser más fuertes?

 

Yemas, dedos, mejillas.

Escuchar el murmullo del hormiguero incansable,

recostarse en el vientreperla sagrado

sentir sus brotes, bebernos la energía a borbotones

fosforecernos de luz. Percibir.

Plegar y abrir

   soltar y amar

      dibujarnos el sendero.

 

Cae la noche a pinceladas,

se abre paso el sonido sagrado del cerro en silencio.

La soledad danza con  las lechuzas.

Aromas de palosanto, jarilla, y sándalo.

Galopa una langosta entre sus notas

mientras el viento se desliza y me lame los brazos 

  abiertos

   de par en par.

 

Natalia  Trouvé

 

 

 

       Lazos

En el velorio mi mamá era la que más lloraba y hacía aspaviento. Ya no se acordaba que le

había dicho a la abuela, a los gritos, que se vaya de la casa; y la dejó sin su quehacer

cotidiano. Sin la llave de la reja que cerraba todas las noches. Sin la silla de la siesta. Sin su

fuente roja enlozada favorita. Y sin tantas mujeres para pelear a diario.

Pelear por cualquier cosa era vital.

Llamarnos a los gritos desde el portón o la cocina. 

Sentarse al lado de la heladera para que no nos robemos las sfijas de la cena durante la

siesta. 

Retarla a la Blanquita por haber tendido mal la cama o haber guardado en el cajón del ropero

de la pieza del fondo los sachets de leche.

-Con razón tenés ese olor -le decía- todo se está pudriendo ahí dentro. Entonces le compró un

jabón y le dijo que se bañe bien todos los días, que la quería cada mañana en la cocina, en lo

posible, oliendo a algodón.

Después le enseñaba a amasar el kippe, separar las hojas del perejil, y veían la novela y se

reían de lo lindo. Compartiendo su invisible soledad. Abrazadas.

El café de la sala estaba aguado.

Una multitud rodeaba el cajón. 

La tía, una rubia de ojos verdes y piernas turgentes, otrora reina indiscutible de la primavera y

los estudiantes, intentaba recordar el padre nuestro pero no le embocaba ninguna frase.

Mi abuela allí, recostada en el cajón, con esa tibia firmeza de siempre, sus cachetes colorados,

su blusa y las perlas. 

Sus hermanas la relojeaban desconsoladas, secreteaban y se abrazaban, señalándonos con

los ojos y la punta de sus lenguas. Tenían la misma nariz, y la misma voz que ella…

Una multitud se agolpaba en el velorio.

Hasta los taxistas estaban.

La Blanquita justo en el borde la miraba.

Sus ojos claros ahí, de par en par, observándola como si a lo lejos un dulce aguacero. 

Mi mamá desde su silla lloraba.

A los gritos.

 

 

           El decoro

Tal vez las vergüenzas también vinieron de mi abuela, pero extrañamente, ella no las tenía.

Sin siquiera percatarse caminaba por la calle saludando a los gritos a todo ser que se encontrara en el camino. Doña Rosa la de Superlandia, Francisco el del carro de las verduras, la del almacén Doña Maga que le vendía las hojas de parra, taxistas diversos o el chofer del colectivo de turno; y les cambiaba viajes por sánguches de milanesa o una bandejita de niños envueltos. Caminaba por el mercado probando verduras varias, aceitunas negras, dulce de batata, o se llevaba una banana y si le gustaban, recién al final, regresaría a comprarla.

Quizás el cartero que pedaleaba bajo la lluvia esa tarde sobre la Perú fue testigo de las dos plantas de lechuga repollada que le robó de la huerta del jardín delantero al vecino de la casa oscura y solitaria. Nos acercamos sigilosas, casi sin respirar, y luego salimos disparando al grito de ¡corraaaan, corran que el viejo de mierda nos va a perseguir!

Así era ella, como un puñado de hierba libre y agreste.

Le encajaba comida de prepo a las madres de nuestras compañeras del colegio.

A veces nos llevaba al centro a pasear y se metía en velorios de desconocidos a llorar al muerto.

Nos decía que debíamos usar las medias sin agujeros y la bombacha limpia, por si acaso teníamos un accidente en la calle y las descubrían en el hospital; estar todas charoladas,  pintadas y bien peinadas a fin de llegar al nosocomio con el mejor aspecto posible.

Para que nos atiendan bien; porque finalmente, las mujeres, éramos unas sinvergüenzas.

  Natalia Trouvé



       Canciones  y  videos del  dúo Trouvé- Albarracín  


   UMBRAL 


      Este video fue realizado a partir de películas fotográficas para filmadoras 8 y Súper 8, grabadas por Ernesto Trouvé (Papá de Naty) entre los años 1972 y 1988 en San Miguel de Tucumán y cuando estuvo paseando por diferentes provincias de Argentina, 

manejando un Fitito rojo AR


🌧️Las películas fueron rescatadas de la inundación que hubo en algunas zonas de Yerba Buena en el año 2001. Les limpiamos el barro que tenían y logramos devolverle su utilidad 


🤓 Después de varios intentos, reparamos su viejo proyector Ricoh, y esas películas cobraron vida en una pared blanca de nuestra casa. Nos emocionamos,, las digitalizamos con una cámara de fotos actual y supimos cual sería su música 🙌🏻🙌🏻

 

El resultado: un mágico y maravilloso viaje en el tiempo







https://youtu.be/XqOIk4_tWkE



     NIDO

 "Participaron en este disco un montón de amigxs maravillosxs: Nico Peralta (percusión), Carlita Guzmán (vientos), Mathias "el negro" Agüero (contrabajo), Federico Aguirre (acordeón), Javier Matota Gómez (violín), Pulpo Ramos (pianos), Angélica Camuñas (voz), Jannina Valdez (voz), Jazmín Fiori Trouvé (voz), Jessi Morillo (voz megáfono), Gustavo Escalante (cuencos tibetanos y otras bellezas) y Christian Ruiz (bajo).

Dani Albarracín (guitarras) 

Natalia Trouvé (voz)


Las canciones son todas composiciones nuestras!

Esperamos lo disfruten


🎙️Grabado en Estudios Ñandú Records.


Disponible en todas las plataformas digitales "


DISCO ES CULTURA

https://open.spotify.com/intl-es/album/1GnkiEruqFZO2B4ezi9ESr?si=0_9uAFcqQKiUMqrWqFkCYQ&context=spotify%3Aalbum%3A1GnkiEruqFZO2B4ezi9ESr&nd=1&



Nido- álbum- Trouvé- Albarracín



     Muchas gracias por todo tu aporte a la cultura y  a pieldemundoblogspot.com

Natalia Trouvé !!!!!


                                  Alejandra Díaz