Natalia Litvinova nació en Gómel (Bielorrusia) en 1986. Vive en Argentina. Es poeta y traductora. Ha impartido cursos con el poeta Javier Galarza en la Fundación Centro Psicoanalítico Argentino. Dirige la colección de traducciones de Melón Editora y coordina la sección dedicada a las letras argentinas de la Revista Ombligo. Junto a Tom Maver dirige la editorial " LLanten ". En 2017 ganó el Premio estímulo de la Fundación Argentina para la poesía.
Ha publicado: Esteparia (2010), Balbuceo de la noche (2012), Grieta (2012), reeditado en España y Costa Rica, Rocío animal (2013) y Cuerpos textualizados (2014) junto con Javier Galarza. Compiló y tradujo las antologías El ruido de la existencia (2013) de los poetas rusos Vladislav Jodasevich y Serguéi Esénin; y El espejo equivocado (2013) de Cherubina de Gabriak, " Todo ajeno " ( 2015), " Siguiente vitalidad "( 2015) reeditado en España, Méjico y Chile . A ellos se suma " Cesto de trenzas " 2018.
Lleva el blog de traducciones de poetas rusos Animales en bruto.
Comparto hoy en esta entrada tres poemas de su libro " Cesto de trenzas ", Natalia Litinova- 1.a ed. Editorial Llantén 2018.
El libro lleva una fuerza salvaje que le viene de sangre, el feminismo se empodera en su voz poética de modo tal que se advierten guerras de siglos soportadas en tradiciones de las que se deviene ese deseo de distinción y reverencia. Su opción en la poesía es la protección de todo sacrificio, ella, Natalia Litinova enarbola la libertad en el tratamiento de los temas, se lee una historia profunda sagrada y también convive con las pesadillas de la memoria.
LA GENTE DE MI PUEBLO
es iracunda
como esclavos de tártaros.
Todas las mujeres
de mi familia
tienen un talismán
que las protege.
Yo no, pero miento
para que me traten
con cuidado.
LAS MUJERES DE MI FAMILIA
guardan el cabello
que se cortan
en un cesto de trenzas.
Es una tradición antigua,
ya no se sabe
quién la inició.
Mechones, bucles,
pelo suelto,
cobrizo, rubio
o ceniza.
Temo que los roben las urracas
o que lleguen a manos de una bruja.
Si viene,
no le abras la puerta.
Y si abrís,
no las dejes pasar.
Y si las dejás,
no les des ni sal ni pan.
Todo lo que hayas tocado
lo convertirá en su elemento,
advierte la abuela
COMO TUMORES
o mariposas nocturnas,
en mí viven
los que ya no están.
Duelen como los huesos
en los días de humedad
o las quebraduras en los días de sol.
Armoniosos calambres
trenzan mis músculos
y me hacen bailar en la cama.
Como juguetes
de un niño que creció,
o la cuchara limpia del hambre,
dulce este olor llevadero.
Ilustración . Josefina Wolf ( 1975) |
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