Rosana Forgas :
mujer a la que tuve la dicha de conocer y leer , con esa personalidad auténtica, fuerte y poderosa en su voz al comunicar, esa tierna capacidad de nombrar la cotidianeidad y sus más mínimos detalles .
Rosana Herrera de Forgas |
Rosana Herrera de Forgas nació en Tucumán en 1957: “un jueves seis, de un mes seis, a las seis de la tarde y en la casa familiar de barrio sur, con una vecina partera ayudando. ¡La pucha! yo desde siempre anticipándome y no dándole tiempo a mi mamá a llegar al sanatorio”.
Escribe
desde siempre, “creo que nací con un birome enredada en el cordón” pero recién
salió de la clandestinidad cuando se
Animó a Gritar de la mano de Mercedes Chenaut, a la que reconoce como la única
responsable de que ella desempolvara todos sus borradores y los compartiera con
aquellos que sienten como propios decires ajenos.
Admira
profundamente las letras de Clarice Lispector, de Leila Guerriero, de Wislawa
Szymborska, la seduce la agudeza de Alejandro Dolina, se deleita con la poesía
de Miguel Hernández, de Gelman y de Benedetti y disfruta de tantísimos otros
que la cautivan y la acompañan desde esa pila desordenada que puebla su mesita
de luz. Aunque, desde siempre, su devoción por el maestro Galeano la delate y
la haga confesar, con orgullo, ser una de sus viudas.
Rosana
es farmacéutica especializada en Políticas Públicas y en Comunicación en Salud -entre
otras disciplinas que le facilitaron su desempeño en la función pública- Fue vocal
del Consejo Provincial del Salud, Directora de la Farmacia Oficial de la
Provincia, Directora de Programas y Servicios Técnicos y Responsable Provincial
del Programa REMEDIAR, -algunas de las funciones asumidas en su paso por el
SiProSa-. En la Obra Social Provincial fue Directora del Centro de Calidad de
Vida. Aunque sus verdaderas vocaciones fueran siempre el periodismo y la
literatura. Por lo que “me di con el gusto de hacer radio en varias
oportunidades” conduciendo los programas: Tucumán tiene remedio. El café de los
imposibles, La salud en terapia extensiva y Como la Cigarra, fue columnista de
varios medios digitales y dirigió las revistas Tribuna Farmacéutica, Educar y
la Barraca.
En
2022 publicó su primer libro DESDE ADENTRO (Ediciones del Parque) y actualmente
integra el colectivo literario El Refugio de la Palabra -coordinado por Natalia
Zanotta- y el equipo de redacción de la revista Sin Miga.
Pero,
como ella misma dice: -si me pidieran a mí que me describiera con una sola
frase diría solamente que soy una abuela
escribista.
TEXTOS DE ROSANA HERRERA DE FORGAS :
OTOÑO 2020
Aunque hoy ya sea mañana, no puedo dejar de pensar en todos
los ayeres desde
que se escondieron las sonrisas, se secuestraron los abrazos
y se distanciaron los
encuentros. Demasiada tristeza en gel se nos desparrama y no
la habilita a la
esperanza a reacomodarse y volver a aparecer, derrotando
vigilias perpetuas. El
dolor acecha en cada rincón virtual al que la modernidad nos
condena. La rutina
huele a obituario, a epitafio, a responso.
Y por afuera, la inconsciencia que lastima, me aleja cada
vez más de esos retazos
de vidas pasadas a las que no quiero volver cuando todo
vuelva. Me quedo aquí,
atrapada en la angustia de un tiempo que parece que no pasa.
Y busco resguardo en la memoria para que se me pase.
VOLVER
Solamente la voz de ella, poniéndole música a las palabras
de él, logran
confundirla a la nostalgia. Y hacerle olvidar que está en el
carril derecho,
volviendo. Con el mismo verdor que la cobija durante todo el
trayecto que la
separa del paraíso.
Nunca hay adioses, son "chaucitos, hasta muy
pronto", las eternas plegarias que
los comprometen frente al altar de los regresos. Y a las
promesas se las cumple.
Desde 15 años, 10 meses y 20 días.
Y aunque los números sólo indiquen el tamaño de la ausencia,
se dan maña para
disimularla.
Siempre.
LAS PARTIDA
( a mis nietos )
Cuando las mediecitas solteras, desparramadas entre crayones
y restos de
galletas se encuentran, sorteando el desorden, se envuelven
y se meten otra vez
en el bolso que las trajo.
Cuando el silencio empieza de nuevo a rellenar cada espacio
aturdido de tanto
grito, las rueditas de las valijas suenan muy parecido a la
tristeza.
Cuando los abrazos se sostienen por largo rato como
queriendo acortar el tiempo
que resta para la próxima bienvenida, los adioses se
prohíben y en su reemplazo
los "hasta muy prontito, te amo" te dejan
silbando bajito.
Es cuando definitivamente descubrís, aliviada, que el
fantasma de la hoja en
blanco que te acosa siempre por esos días mágicos, se
esconde detrás de la
catarata de palabras que reaparece, apenas el auto se pierde
en la esquina.
Y te quedás con ellas para que te ayuden a pensarlos todo el
tiempo, hasta el
nuevo regreso.
ESTOY SIENDO
Soy esa brisa suavecita que te despeina.
Soy ese huracán que te hace temblar.
Soy ese abrazo que te estrangula.
Soy esa tardecita fresca tomando mate en el balcón.
Soy ese amanecer nublado y frío que te hace renegar.
Soy esa garúa finita que apenas te mancha el vidrio de la
ventana.
Soy esa tormenta repentina y furiosa que te pilla sin
paragüas.
Soy un baño de inmersión y soy la espuma que te acaricia.
Soy esa ducha calentita antes de acostarte, en invierno.
Soy esa carcajada estruendosa de una noche de jazz y de
malbec.
Soy ese llanto despacito debajo de las frazadas.
Soy un helado de chocolate saboreado en el banco de esa
plaza.
Soy esa sopa humeando con la que te sacás el cansancio.
Soy esas montañas y ese mar que te sosiegan.
Todo eso soy.
Porque te estoy pensando.
Y porque te quiero demasiado mucho.
Hoy más que nunca
MODORRA
Desde que en la mesa del comedor de diario dejaron de
vestirse todos los días
para seis.
Desde que esa misma mesa se viste de fiesta para celebrar,
pero sólo de a ratos,
cuando se llena de platos, cubiertos, gritos, de vasos
baboseados y de manteles
manchados a puro codazo… los domingos cambiaron.
Desde que las reuniones, en modo familia completa, se honran
a pura carcajada,
a los domingos ella los sabadea de punta a punta. En los
atardeceres, deja que la
modorra se le instale y es cuando los silencios, la falta de
apuro y los cielos que
empiezan a desteñirse, son el entorno perfecto para que los
otoños la acurruquen.
Porque es en estos meses de "no sé qué
ponerme", de ojotas con medias, de
paraguas y anteojos de sol, de azules diáfanos y nubarrones,
de solcitos
abrazadores -y no de calores abrasadores- cuando deja que los
recuerdos hagan
de las suyas con su teclado.
Y cuando corre presurosa a buscar esos tesoros que guardan
todas esas fotos en
todas esas cajas que hay en todas las casas. Y empieza ese
romance
interminable que se renueva, semana a semana, entre lo que
le muestran los
sepias y lo que ella se acuerda que le contaron. Y por
suerte, amodorrada como
ella, siempre hay alguien detrás del teléfono para compartir
los sentires sin intentar
interpretarlos.
Sabe que mañana es lunes y todo vuelve a empezar.
LA CERTEZA
Entre albatros, abadejos y agapantos, las primeras y las
últimas letras de un
abecedario de edenes y de sosiegos.
Sobrevolando la paz que, en vano, intenta convidarse pero
que muere en el
intento.
Con el sabor de la historia compartida con las pocas espinas
que apenas tiñeron
el goce pleno.
Y con el estallido de color envolviendo los cielos de
violetas.
No te hace falta más nada.
Era lo que querías.
Y hoy sabes qué lo tenés.
Rosana Herrera de Forgas
pieldemundo.blogspot.com , agradece tu valiosa participación querida escritora !!
Alejandra Díaz
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