María del Carmen Pilán :
Haber crecido juntas, durante el tiempo de nuestros estudios en la Facultad de Filosofía y Letras, me llevó a conocer a nuestra entrañable : Marita Pilán es María del Carmen Pilán. Hija de padres santiagueños, vive en Tucumán desde 1986. Licenciada y Doctora en Letras, está a cargo de las cátedras de Italiano Lengua Extranjera y Sociolingüística de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Tucumán.
Ha participado en rondas de lecturas de microrrelatos y
poesías tanto en la ciudad de Santiago
del Estero como en Tucumán. Obtuvo el segundo premio en el
Concurso Literario PSI XXI
organizado por el Colegio de Psicólogos de la ciudad de
Santiago del Estero en las categorías
Cuento Brevísimo con el microrrelato “Final de mito” y
Poesía con el poema “La mujer de
Picasso”. Ha obtenido la Primera Mención en el II Concurso
Literario Dr. David
Lagmanovich – Género Microrrelatos Juvenil-adultos con el microrrelato “La Herencia”en octubre del 2020.
Ha recibido las siguientes distinciones: Distinción “Mujeres
destacadas” otorgada por la
Municipalidad de San Miguel de Tucumán en consideración a
las actividades académicas y
culturales realizadas 8 de marzo de 2023; reconocimiento a
la trayectoria en la escritura y
docencia otorgado por la Asociación David Lagmanovich. 10 de
marzo de 2023;
reconocimiento a Mujeres con trayectoria otorgado por la y la Asociación de Damas Ítalo-Argentinas de Tucumán. Tucumán, abril de 2022; Premio Amelia
Ascárate al reconocimiento por el profesionalismo en la
labor desempeñada otorgado por el
Consejo de administración y directivo del Instituto JIM.
Tucumán, agosto de 2019.
Ha publicado sus textos en revistas, antologías de cuentos,
poemas y blogs. Ha traducido al
italiano los microrrelatos de Rogelio Ramos Signes, Julio
Estefan y Carlos Eduardo Sánchez
que integran la antología La vita in brevi, Colección La
hormiga escritora de ediciones La aguja de Bufón
Textos de María del Carmen Pilán :
POEMAS
Aniversario
A Manuel R. Pilán, mi padre
Un año.
365 días.
No sé cuántas semanas y domingos.
No importa.
Vos no estás.
Ni tus manos, ni tu mirada,
ni tus viajes imaginarios pero reales.
Todavía hay en la casa bolsos armados que te esperan.
Que escriba, me piden mis hermanas.
Y no puedo.
Revuelvo.
Me acuerdo
de las cartitas que dejábamos
en la funda de tu almohada.
Te pedíamos permiso
pasa salir,
para alguna idea de siesta....
Me acuerdo
de los regalitos
que nos traías de los viajes
el monito bananero de la infancia
mis pulseras adolescentes.
Pienso en una foto
¿real? ¿imaginada?
Estamos los dos,
Vos muy joven, yo muy niña
un río nos sostiene (¿será el Misky Mayu?)
Me tienes en brazos.
Escarbo esa mirada...
¿qué piensas?
con tus bigotitos
y tu sonrisa
y tu pequeña
y el mundo que está afuera,
abajo, a los costados
pero vos la tienes alzada
me tienes alzada
y nada me alcanza.
Ahora no estás.
No hay brazos
ni miradas
ni manos.
No hay palabras.
Miro la fotografìa
¿real? ¿imaginada?
Y me subo otra vez a tus brazos
y te acuno.
Para seguir.
Decires
A Federico García Lorca
No escucharás, Federico,
ni a Debussy con sus claros de luna
ni la alegre música gitana.
Es verdad, las lunas callarán
y esconderán su blancor almidonado
para siempre.
Del pecho del poeta,
del tuyo, Federico,
Se escaparán los poemas
y las lunas
Que nos acompañan
hasta hoy.
Pulseras
Me gustan las pulseras.
Me gustan las pulseras que suenan,
ésas que tienen dijes que tintinean.
Me gustan las pulseras que suenan,
mejor si son de perlas,
aunque las haya comprado en un negocito
a la vuelta de la esquina.
Me gustan las pulseras de perlas cuando suenan
y acompañan
el ritmo de las teclas de mi máquina,
conjuran, así,
tristezas, angustias,
los miedos…
o disparan inesperadas alegrías.
Me gustan las pulseras que suenan, de perlas,
Porque anuncian mi llegada
y, sin vanidad,
me/nos protegen de miradas lascivas,
de improperios,
de injusticias,
de golpes bajos y de los otros.
Me gustan las pulseras de perlas
cuando tintinean
porque detrás de ese sonido, creo,
podemos estar a salvo todas.
Micros
Determinación
Los tontos mueren — decían a coro en el pequeño pueblo. Con
un poco de miedo al fracaso,
Superman sacó de su bolsillo el último don que le quedaba y
los venció.
Otro final
Uno a uno, Ariadna había ido deshaciendo los ovillos. Ni la
fuerte ventisca ni las terribles
tormentas la detuvieron. Con una antigua linterna heredada
de su padre, pudo llegar al final del
laberinto y con un beso deshacer el mito del Minotauro.
Aperitivo
Llegaban a las 11. Ella, alta, delgada, una blusa clara,
pantalón oscuro e infaltables anteojos
oscuros. Él, un poco más bajo y regordete, el cabello
engominado, un repetido ambo en
colores tierra y el sombrero panamá. Se sentaban en la mesa
cerca de la baranda. Igual pedido,
igual reacciones.
Esa mañana el sol cortaba el cielo de un celeste absoluto.
No había pájaros. Los cambios en la
pareja eran casi imperceptibles. Un rulo fuera de lugar, la
camisa levemente inclinada hacia un
costado, el sombrero desalineado. La ceremonia diaria se
hubiera cumplido a la perfección si
ella, con una frialdad supina, no hubiese sacado un estilete
y lo hubiera clavado directamente
en la yugular del viejo amante.
El gesto
Bajo el puente, en Hiroshima, se refugiaban todos los
pájaros del crepúsculo. Por las tardes, el
valiente y rudo Samurai dejaba su katana y, con ternura
infinita, los alimentaba. Sólo en esos
instantes conocía la felicidad.
Agradecida desde pieldemundoblogspot. com por compartir generosamente tu obra !
Alejandra Díaz
Hermosos textos de una escritora con gran sensibilidad. ¡Felicitaciones, Marita!
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